Julio Cortázar y los Conejos

Hace unos pocos días atrás, el 12 de febrero, se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de Julio Cortázar.
Nadie pondría en duda la inmensa obra de Cortázar. Sin duda junto a Jorge Luis Borges son los dos mejores escritores argentinos de todos los tiempos. Pero Cortázar sufría mucho en la Argentina. Y consideraba que este país no estaba preparado para acunar a intelectuales como él. Mucho menos en esa época en que un sentimiento de invasión popular llamado “Peronismo” atormentó el corazón de este intelectual elitista, quién al borde de un estado de neurosis, decide partir hacia París en 1951 gracias a una beca del gobierno francés.

Son varias las menciones que hizo Cortázar sobre ese fenómeno de masas que jamás pudo comprender. Los conejos que vomitaba en “Carta de un señorita en París” (aunque muchos lo atribuyen a una vieja enfermedad respiratoria que afectó a Cortázar en su niñez y otros al acto de creación artística en si); “Casa tomada” es otro ejemplo simbólico de lo que sentía Cortázar frente al avance de la clase obrera en Buenos Aires, con sus consignas populares, pese a que el mismo autor ha tratado de desmentirlo en varias oportunidades.

Pero es en “Las Puertas del cielo” donde se puede leer claramente la reacción desencarnada del intelectual antiperonista ante el aluvión de “cabecitas negras”. Un doctor sibarita, que se dedica a observar y analizar a una pareja de amigos pertenecientes a la clase baja, caracteriza brutalmente a los asistentes a un baile popular: “Además está el olor, no se concibe a los monstruos sin ese olor a talco mojado contra la piel, a fruta pasada (…). También se oxigenan, las negras levantan mazorcas rígidas sobre la tierra espesa de la cara, hasta se estudian gestos de rubia, vestidos verdes, se convencen de su transformación y desdeñan condescendientes a las otras que defienden su color”. El cuento, un documento imprescindible para comprender la situación de aquel tiempo, comparte con La fiesta del monstruo, un cuento de 1946 de Bioy Casares y Borges, la calificación de “monstruo” hacia el ente peronista.” Este último parrafo fué tomado de:

(http://ilcorvino.blogspot.com/)

De todas formas queda mucha obra de Cortázar que merece ser leída, alejada de sus inclinaciones antipopulares, y a pesar de algunos “afrancesamientos” que en lo particular me fastidian bastante a la hora de leerlo (prefiero los “anglicismos”) ya que el idioma francés nunca me simpatizó demasiado.

En cuanto a los conejos, como demuestra la foto de esta entrada, aunque parezcan escasos y distanciados entre si, se siguen reproduciendo y siguen gozando de muy buena salud. Puede que cada tanto parezcan estar al borde de la extinción, pero siempre vuelven… Metamorfoseados, vestidos con piel de pingüinos, disfrazados de neoliberales o pseudoprogresistas, los conejos nunca van a morir, por más que muchos como el amigo Cortázar, aún en el más allá, se retuerzan de la bronca…