El Café Einstein era una vieja casa ubicada en un primer piso al que se accedía por escalera ubicada en Córdoba 2547 (a media cuadra de Av. Pueyrredón).
Los dueños eran: Omar Chabán (en la foto junto a su novia Katja Aleman), Sergio Aisenstein (luego dueño de Nave Jungla) y un descendiente de alemanes llamado Helmut, un rubio que tenía una fría mirada de asesino serial y que se la pasaba mezclando un mazo de cartas...
(Si conocen el tema de Sumo “Quiero dinero”, ahí Luca le reclama a los tres una deuda pendiente)
No recuerdo como llegué por primera vez al bar, pero siempre iba con mi novia Marisa (por supuesto que los viejos de ella ni enterados donde la llevaba).
Un ex-compañero de colegio (“El árabe” Dany Bou-Khair) que vivía sobre Pueyrredón, siempre que me veía me preguntaba: Ahí llevás a tu novia? Sí (decía yo inocente, que problema hay?)
Y me contaba que todas las madrugadas caía la Yuta (Policía) de operativo en el local y se llevaba a todos los asistentes (absolutamente todos) pese a que era 1983 y ya estábamos en democracia...
Pero por lo general, yo iba a ver las bandas que tocaban, y ni bien terminaban, me quedaba tomando algo y al rato me iba, por eso nunca me tocó uno de esos operativos...
En el lugar no había dos mesas iguales, ni dos sillas. Había unos cuadros y posters pegados en las paredes que estaban pintadas de cualquier color y había un par de molestas columnas que no te dejaban ver el escenario. O sea que había que ir temprano para conseguir un lugar copado.
Los baños quedaban por un pasillo y los privados no tenían puertas. Recuerdo que una vez Marisa me dijo: es la primera vez que meo con dos minas con pinta de Freaks mirándome...
Mis dos bandas favoritas por aquellos tiempos eran Sumo y Alphonso S’Entrega. Las debo haber visto más de una docena de veces ahí en el Einstein.
Sumo a veces aparecía como la Hurlingham Reggae Band haciendo reggae (temas propios y covers de Bob Marley) con formación alternativa (por lo general faltaban Mollo o Petinatto) y el agregado de la novia de Arnedo (Alejandra) en coros (una impresionante perra que de haber sido hoy, la habría contratado Sofovich para trabajar como secretaria).
El escenario era chico y estaba elevado a apenas unos 50 cm. del suelo, o sea que veías a los quías ahí nomás. Recuerdo una imágen de Luca manipulando su Echo Roland. En esa época no existían los Delays. Eran épocas de New Wave! Incipientes peinados raros, sobretodos y sacos viejos, corbatitas, y mucha actitud de chico malo de Barrio Norte. Aunque parezca mentira la New Wave llegó a la Argentina al mismo tiempo que el Punk-Rock... Por ese entonces no existía la globalización...
Una noche vi a los Alerta Roja, un cuarteto Punk, que como la mayoría de los Punks hablaban de anarquía, caos, desorden social, etc.
(“Nacer en este mundo es un delito/vivir en la ciudad es un delito/huir de la ciudad es un delito/saber una verdad es un delito” (“Delito”))
Esa noche, venía Luca de mesa en mesa entregando las gacetillas de los Alerta. Un par de fotocopias con las letras del grupo, y cuando se acerca me dice (en su cocoliche inconfundible): Escuchá éstos, que son buenísimo!!! Y así de modesto era el pelado. Nunca se la creyó. Pero nos caló hondo a los argentinos y sobre todo a los porteños. Un tipo que sin haber nacido acá, en poco tiempo se dió cuenta de como era la cosa en este país, y sobre todo, como éramos los argentinos.
Los miércoles también, hacían una especie de representación teatral llamada “El Jopo Bulbo Show” o algo por el estilo. Ahí aparecían unas minas y le afeitaban la cabeza al pelado que se quedaba sentado en el escenario. A veces con bastante descuido (más de una vez tuvieron que salir en busca de una curita). Pero se notaba que había nacido para ser un grande. Tenía ese brillo en la mirada de los elegidos. Aunque después, al igual que con Jimbo, Hendrix y muchos otros, los dioses, quizás por celos o por envidia, le terminaron jugando una broma pesada...